Thursday, June 5, 2008
Encadenado y sin embargo, libre
Leí hace años una anécdota que contaba el escritor y disidente cubano Armando Valladares en su libro "Contra toda esperanza". Relataba cómo él y otros presos de conciencia, para demostrar a sus carceleros que incluso con cadenas eran hombres libres, comía sólo la mitad de la mísera ración de arroz que recibían como alimento. Hay que reconocer que su gesto estaba en el límite de la virtud de la prudencia, pero desde luego era muy elocuente. He recordado esto al escuchar hace unos meses al arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez Cortina que estuvo secuestrado durante nueve meses y que desde hace años cuenta su experiencia en conferencias. La verdad es que la conferencia entera es un canto a la coherencia y a la libertad. Hay un momento de su secuestro que supone un punto de inflexión en su cautiverio. Después de que sus secuestradores le hicieran rellenar un formulario con preguntas sobre su familia, Bosco cayó en una profunda depresión y dejó de cuidarse. Los secuestradores se dieron cuenta de que perdían a su mercancía y un día uno de los secuestradores entró uno en el zulo y le escribió en un papel: -"Hoy es 15 de septiembre. "¡Viva México!" y Bosco respondió -"...¿y a mi qué??". El secuestrador contesta -"hoy puedes tomar lo que quieras" y Bosco responde -"ok, pues entonces me vas a traer un vaso largo, y me lo vas a llenar de whisky hasta arriba y me lo traes con un solo hielo grande, pero lo quiero hasta arriba". Se fue el secuestrador y Bosco empezó a pensar "mira que como sea mentira me muero". Ya había puesto todas sus esperanzas en ese whisky: le iba a purificar una herida que tenía en la boca, que no cicatrizaba y le limpiaría por dentro. Esperando al whisky solo repetía: "Por favor, Dios mío que sea verdad lo del whisky, que sea verdad, que sea verdad" Y, de pronto se abrió la puerta y le dejaron en un marquito un vaso alto,de vidrio, llenito hasta arriba de whisky y con un hielo grande flotando. Bosco se va arrastrando hasta llegar a la puerta, y se lo lleva a su rincón. Se pasó el vaso por los labios y por la cara y empujaba el hielo hasta el fondo y el hielo volvia a subir y lo volía a empujar y volvía a subir y otra vez se lo pasaba por los labios. De pronto nota una voz dentro de él que le dice: -"ofreceme el whisky". Y Bosco: -"No fastidies... el whisky no, Dios mío, te ofrezco.... te ofrezco mi secuestro". Volvió a oir: -"Pero tu secuestro no lo has escogido tu... tiene que ser algo que puedas escoger tu, venga, ofreceme el whisky". Y Bosco: -"Te ofrezco no ver a mi familia" -"Que eso tampoco lo has escogido tu... venga". Cuenta Bosco que en ese momento notó que el ofrecer ese whisky le iba a hacer más fuerte. Aún así, se resistía: -"Pero es que este whisky me va a purificar, me va a curar la herida de la boca, me va a matar todas las bacterias de la boca y encima me cogeré me va a dejar genial..." -"Ofreceme el whisky". Bosco se levantó y tiró el whisky por el váter y se quedó en el suelo, sentado temblando por lo que acababa de hacer. Cuando despertó se dio cuenta de que algo tenía que valer, si había sido capaz de tirar el whisky. Era lo que necesitaba. Había experimentado que, incluso secuestrado, era libre.
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